Hace ocho años, un 8 de setiembre de 2002, se apagó la vida de Walter Olmos. Imprevistamente, en la plenitud de su carrera musical, el cuartetero catamarqueño se despedía de esta vida terrenal y causaba un dolor inmenso entre sus miles de admiradores de todo el país.
Con desenfado, energía y mucho sentimiento, aquel “chico de la calle” humilde y con un talento innato para la música se ganó un lugar en el contexto nacional, llevando con honor el nombre de Catamarca y de su gente, a lo largo y ancho de Argentina.
Multitudes lo seguían en cada recital y tarareaban sus canciones. Fue un embajador en cada espectáculo que ofrecía. La fama no lo ‘mareó’ y jamás se olvidó de sus amigos y familiares.
La Virgen del Valle, tatuada en su cuerpo y homenajeada en una canción, resultó una protectora que lo marcó en su camino de sacrificios, donde nunca bajó los brazos para conseguir el objetivo de abrirse camino entre los principales artistas nacionales de su género popular.
Aunque tuvo pocos reconocimientos, Walter se mantiene vivo en sus canciones y sigue emocionando. Basta con escuchar “Por lo que yo te quiero”, que sigue sonando en la televisión nacional, para que una lágrima se escape recordando a “La locomotora catamarqueña”, como te bautizaron en Buenos Aires. No era para menos, en solo seis meses vendió 150.000 unidades de "A pura sangre" y ganó el disco de Doble Platino.
Por todo esto, Walter no murió. Su huella sigue fresca. Y su imagen, con su habitual sonrisa, está intacta a pesar de estos 8 años de ausencia. No nos dijiste adiós al partir, por eso siempre te seguiremos esperando. Gracias por todas las alegrías que nos diste. Jamás te olvidaremos.
Changa Changa
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